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Idioma Abipon
Noticias de los indios abipones según Barcena, Techo, Lozano, etc. Desde la conquista hasta nuestros días
Los Abipones según el padre Dobrizhoffer
Capítulo XIX
Los alimentos, migraciones y otros asuntos de la vida diaria de los Abipones (Tomo II, capítulo XIII)
Los fieros Abipones viven como las fieras, ni siembran ni cosechan. Saben por instinto dónde y en que tiempo han de buscar su alimento de frutas y aves del campo. Todo lo poseen en común. Ellos no conocían ni el azadón, arado, ni segur: la flecha, el venablo, la macana, el caballo, esto era con lo que se proporcionaban el alimento, el vestido, el hogar. Por esta misma razón no podían permanecer largo tiempo en un mismo lugar. Los avestruces, los huevos de éstos, que los hay abundantísimos, corzuelas, tigres, leones, conejos y perdices, ciervos, jabalíes, venados, osos hormigueros, monos, papagayos, pescado de todas clases, lobos, perros, carpinchos, nutrias, gansos, cisnes, cuervos del agua, todo les sirve para satisfacer su hambre; pero las tortugas parece que les repugnan.
Las palmas les proporcionan comida, bebida, remedio, casa, vestido, armas: no hay cosa para qué no sirva. Si todo esto falta, allí están las raíces que sacan del agua y de la tierra. La algarroba les sirve de comida y bebida a la vez, y la conservan casi todo el año.
Cuando se mueven todos van á caballo, y las mujeres como hombres, y éstas cargan con todo el ajuar de sus tolderías, hijos y cacharros incluidos. Los varones cargan guardamontes con que animan á los caballos golpeándolos con las azoteras .
A veces dos y aun tres mujeres montan en el mismo animal, por el interés de la chacota.
Perros tienen muchos y á ellos les arrojan los menudos de las aves que cazan. El Padre pasa á dar muchos detalles sobre los caballos y perros y modo de servirse de ellos, que están muy en su lugar en esa interesante monografía, pero que no corresponden á este estudio; porque ambos son animales derivados de los españoles y que desde luego introducen elementos de la vida de ellos que no corresponden á su historia como habitantes precolombinos del Chaco.
Cuando no lo logran de otra manera incendian el campo para procurarse la casa. Fuego sacan en cualquier parte con dos palitos, uno de madera más blanda que el otro. El blando, que es el de abajo, tiene su cierta taladradura, y el duro afilado en punta se hace girar rápidamente como al molinillo para chocolate. El aparato éste llámase Neénatá. El palo blando suele ser de Ambay, de Caraguatá, de cedro ú otro árbol y el duro de Tatayí.
Por donde van están en su casa, como el caracol en la suya, porque con parar las esteras ya tienen su aduar.
Nadan como peces, pero hacen uso también de la Pelota, que ellos llaman Ñataé, y que sin duda recibieron de afuera como los caballos.
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