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Idioma Abipon
Noticias de los indios abipones según Barcena, Techo, Lozano, etc. Desde la conquista hasta nuestros días
Capítulo III
Lo que dice Techo de los Abipones
El Padre Techo en su Historia de la Compañía, Libro I cuenta que el P. Barcena, llamado de su misión entre los Lules de Tucumán, contestó : «Alíame tendréis o Padre, cuanto antes y á vuestros pies postrado diré :
«Aquí estoy, mandadme, ya que regrese á los Lules, ya que acuda á los Calchaquinos, Caquenses ó Frentones, etc., etcétera.»
Aquí se ve como el P, Barcena agrupaba á los «Lules Calchaquinos, Chaquenses y Frentones» y que son los Lules y Calchaquíes de Tucumán y no los del Chaco á que se refiere en su carta.
En este tiempo se abrió la primera misión á los Frentones del Bermejo, encabezada por los PP. Juan Fonte y Francisco Ángulo. Los españoles de la Concepción del Bermejo llaman á casi toda esta gente Frentones, porque suelen alargarse las frentes, rapándose la parte delantera de la cabeza. Estos indios cargan macana y haces de flechas colgadas del cinto y van armados con palos erizados de quijadas de pescado, que parecen serruchos. Andan desnudos y embijados para aterrar á los demás. Las diferentes parcialidades casi diariamente pelean entre sí, y los cadáveres del enemigo están colgados en largas filas de los árboles para escarmiento de los que pretendan violar los términos intervecinales en sus caseríos. Sus pueblos los trasportan á su talante, como que se forman de esteras. No saben labrar la tierra; viven de la caza y de la pesca. Una cosa buena se les conoce: por lo general se limitan á una sola mujer. Cada tribu tiene distinta lengua, de suerte que en ambas márgenes del Bermejo se cuentan no menos de ocho idiomas: lo que más estorba la conversión de estos infieles es la variedad de sus lenguas.
Fonte y Ángulo bautizaron muchos párvulos de los Frentones que después murieron en una peste que asoló á esas indiadas, como lo refiere Barcena en su carta.
Retirados los PP. Fonte y Ángulo entran los PP. Barcena y Añasco á evangelizar á los Frentones y se pusieron en la más difícil de todas las tareas, la de aprender los dialectos (idiotisimis) que con más generalidad se hablaban entre estos indios. «Así, pues, en el espacio de año y medio Alfonso Barcena, un anciano de 65 años de edad, ayudado por Pedro Añasco, aprendió las lenguas Guaranítica, Natica, Quisoquina, Abipónica, Quiranguica, y compuso vocabularios, artes, catecismos y platicas, que sirviesen para adquirirlas: y esto que antes de partir los dos del Tucumán, con el mismo fin habían ya reducido á vocabulario } arte las lenguas Tonocotana, Cacana, Paquina, Quirándica, para que los Padres de la Compañía que viniesen después tuviesen eso adelantado al aprenderlas. Y para que el servicio fuese mayor, Pedro Añasco trascribió varias copias de muchas de ellas, muy especialmente de todo lo que compuso Alfonso Bárcena, en letra clarísima y así reproducidas las dio al público.»
Más que probable es que á estas copias del P. Añasco se deba el precioso manuscrito con arte y vocabulario del Toba generalmente atribuido al P. Barcena y que hoy para en la Biblioteca del General Mitre.
Los Padres, empero, tuvieron que retirarse cuando los Naticas y Mogosnas mataron á Francisco Vera, hermano del Adelantado.
Años después, el P. Diego Torres visitó la ciudad de la Concepción del Bermejo y encontró los Abipones, Matacos (Mataguas), Naticas, Mogosnas y Tonocotanos constantes en su gentilismo. A todas éstas llama Techo agnatas nationes de los Frentones. No sería extraño que los Naticas fuesen más ó menos lo que nosotros llamamos Tobas, nombre éste que debe su origen á los Guaraníes y que equivale á Frentones.
El año 1641 el P. Juan Pastor, Rector del Colegio en Santiago del Estero, entró á visitar á los Abipones y aunque no fue grande el lucro espiritual, sirvió la entrada de motivo para que el P. Techo nos diese cuenta de lo que eran estos indios en sus Chacos. Caliquila se llamaba el cacique de la tribu que recibió á los misioneros.
«Los Abipones, por lo general, son de mas que mediana estatura y se distinguen por lo bien proporcionado de su cuerpo, su musculatura es bien desarrollada y sus caras llenas (vultaosi). En el verano andan desnudos, en el invierno se abrigan con pieles. Del cuello les cuelga la macana y de los hombros el carcaj. En la siniestra llevan siempre el arco y en la diestra una lanza; el cuerpo entero se lo embijan, y ponen overo como tigre para inspirar terror; y para ellos aquellos que ostentan más partes del cuerpo cruelmente traspasadas y adornadas con plumas de avestruz, que meten en las narices, labios y orejas, como si estuviesen por volar, éstos son los más dignos de respeto.
«La barba para estos hombres es una afrenta, así que cuando les asoma el vello se lo arrancan. Para ellos la calvicie es un adorno, y nadie tiene derecho á la cabellera no siendo que haya dado muerte al enemigo en la guerra ó en pelea. El homicidio entre ellos es la prueba militar, y mientras eso no se haya logrado conseguir no se conceden honores guerreros. Tienen también sus nobles y sus héroes; á ese estado ascienden mediante pasos bien dolorosos; porque quien ambicione el título de héroe tiene que hacer constar su valor á los demás con el sufrimiento de descomunales tormentos: se lastiman las pantorrillas, piernas, brazos, lengua y otras partes del cuerpo, que por pudor no se nombran; en seguida, con una piedra afilada, se escarnecen y lonjean la piel de todos los miembros. Por fin cinco de los mayores ponen al candidato á prueba con los mismos tormentos, y si llega á dar señas de dolor con el más pequeño gesto no se le admite al orden de los Patricios. Si empero, en medio del tormento se hubiese portado con valor, entonces nadando en su propia sangre en señal de regocijo y como el que triunfa, recibe las insignias de la dignidad ganada .
«Y para que más seguros estén de obtener ese honor, desde tierna edad, con conchas se punzan y lastiman así. Por lo que en todas partes es de ver á los jóvenes que se traspasan la lengua, labios, narices, orejas y otras partes con espinas y clavos y que ocultan el dolor con risa obligada. Esto por lo que toca a los varones. «Las mujeres del seno abajo se visten con redes bastas; lo demás del cuerpo ora lo embijan, ora lo adornan con piedrezuelas ensartadas, en especial los pechos y la cara. También ellas se rapan, pelándose el colodrillo con cuchillos de piedra ó de caña. Cuando mueren sus Caciques todas cambian de nombre, y llorando á gritos día y noche, que da pena el oirías, ayunan durante un mes entero. Y así es el ayuno entre los Abipones: pescado no comerás, carne cuanta y cuando quieras tragaras. Solo dos hijos suelen criar, á los demás, con una crueldad que sobrepuja á la de Atreo, los matan: el infanticidio lo explican diciendo que los Abipones, acostumbrados á la guerra y al pillaje, carecen de asiento fijo, a donde plantan sus esteras a modo de pueblo allí es su paradero; de ello resulta que no dejan vivir más que un par de hijos de los que con el uno carga la madre, y con el otro el padre, porque no caigan en manos del enemigo; mas si el uno ó los dos de estos ya pueden caminar como para que los sigan á la guerra, cuando sea que la madre dé á luz el tercero ó el cuarto, en ese caso de buen grado crían más de dos.
«Muchas de las viejas son brujas, tienen mucho que hacer con el demonio.»
La relación que precede es larga, pero de interés, y nos da á conocer lo que eran los Abipones en el siglo XVII, así como sacamos de la carta del P. Bárcena lo que pudieron ser en el xvi, si admitimos que vayan inclusos entre los demás Frentones. La obra de Techo está en latín y es rarísima, desde luego fuera del alcance de los más que puedan interesarse en estas cosas.
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