Cochimí

Culturas Originarias de América
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Tribu que habitaba la región central de la península de Baja California, México. Dentro de su territorio tradicional se encuentran las magníficas pinturas rupestres de la Sierra de San Francisco declaradas Patrimonio Mundial.

Pertenecían a un grupo de los Quechan (Yuma), hablaban un dialecto de la familia yumano-cochimí del grupo de las Hokanas.

Eran nómadas, cazadores-recolectores. Las condiciones geográficas de su territorio, con una orografía que no facilitaba el acceso y los dos mares que lo rodeaban los mantuvieron en un aislamiento relativo, fueron considerados por los misioneros como los más primitivos, el jesuita Juan Jacobo Baegert escribió:

"Por lo general, puede decirse de los californios que son tontos, torpes, toscos, sucios, insolentes, ingratos, mentirosos, pillos, perezosos en extremo, grandes habladores y, en cuanto a su inteligencia y actividades, como quien dice, niños hasta la tumba; que son gente desorientada, desprevenida, irreflexiva e irresponsable; gente que para nada puede dominarse y que en todo siguen sus instintos naturales, igual que las
bestias."

Los guamas (chamanes) eran importantes en la comunidad, trataban a los enfermos y predecían el futuro inspirados en el cielo y conversando con los espíritus. En las ceremonias se presentaban con su traje ceremonial que consistía en una gran capa que les cubría de la cabeza a los pies hecha de los cabellos que recibía de sus discípulos y enfermos que sanasen o murieran pagaban con sus cabellos.

Una práctica peculiar en su alimentación era "la maroma": unas diez personas sentadas en círculo ataban un pedazo de carne a una cuerda, después de que uno de ellos la ingería por unos minutos, la regurgitaba y la pasaba a la siguiente persona. Este acto se repetía una y otra vez, hasta que la carne se consumía totalmente.

 Algunas particularidades de los cochimíes contadas por el jesuita Francisco Javier Clavijero en su libro Historia de la antigua o baja California (1789):

"El menaje de los californios era tan miserable que todo el de una familia podia ser fácilmente cargado por un muchacho. Consistía en una batea, una escudilla, un palito para encender lumbre, según el uso de los restantes americanos y de los antiguos pastores de Europa, un hueso agudo que servia de alesna, y dos redes, una en que las mujeres llevaban á cuestas á sus hijo ... y la otra en que los hombres recogían en los bosques el mezcali, las pitahayas y otras frutas."

"Una de las fiestas mas célebres de los californios era la distribución de las pieles de ciervo que anualmente hacian los cochimíes. En el dia prefijado se reunian varias tribus confinantes en un lugar determinado, llevando cada uno las pieles de todos los ciervos que habían matado en aquel año. Hacian allí un gran emparrado circular, abrían una calle que terminaba en él, y la entapizaban con todas aquellas pieles. Dentro de la cabaña se les daba a los principales cazadores la caza y fruta que se tenían preparadas, y después de haber comido, fumaban, según costumbre, tabaco silvestre en cañas. Un 'guama', esto es, uno de sus charlatanes, sentándose en la entrada del emparrado, publicaba con gritos espantosos las alabanzas de los cazadores, y entre tanto los indios corrian por la calle entapizada, y las indias cantaban y bailaban en ella del uno al otro lado. Luego que el 'guama' cansado cesaba de gritar, cesaba también la carrera. Entonces los principales, saliendo del emparrado, distribuían las pieles entre las mujeres con gran júbilo de todos, y señaladamente de las mismas mujeres, las cualles, no teniendo otra cosa con que cubrir sus espaldas, apreciaban aquellas pieles como un don venido del cielo."

Engaño a las mujeres:

"Celebraban una fiesta llamada del hombre venido del cielo, pero esta, lejos de contener algún acto religioso, se reducia toda a gozar de los placeres comiendo y bailando. Algunos días antes de la fiesta se les encargaba estrechamente a las mujeres que solicitasen por todas partes las cosas que servían de manjares, para regalar, como ellos decían a aquel numen que debía venir a visitarlos, y toda esta provisón se guardaba en un emparrado construido con este fin. Llegado el día señalado para la fiesta, escogía un joven que debía representar el personaje de aquel numen y o vestía secretamente de pieles después de haberlo pintado con varios colores para que no fuese conocido. Este se escondía en algún monte cercano al emparrado, en el cual entraban los hombres a esperarle, quedando lejos las mujeres y los niños, aunque avista del emparrado y del monte. El joven disfrazado, cuando llegaba la hora de dejarse ver, aparecía en la cima del monte y desde allí descendía corriendo velocisímamente hasta el emparrado, en el cual era recibido con mucho júbilo. Allí comían alegremente a costa de las pobres mujeres, que no sabiendo el secreto, quedaban firmemente persuadidas de que era cierto lo que fingían sus embusteros maridos. Acabada la comida se volvía por el mismo camino y desaparecía el pretendido numen

De un engaño semejante y con el mismo fin se valían los cochimíes en el aniversario de sus muertos. Fingían que estos residían en los países septentrionales y venían cada año a hacerles una visita. Conviniéndose los hombres en el día de la tal visita, obligaban á las mujeres aun amenazándolas con enfermedades, a que buscasen en el bosque y en el campo una gran cantidad de víveres para regalar a los difuntos. El dia señalado para el aniversario, los hombres reunidos en un emparrado comían toda aquella provisión, mientras las mujeres y los niños, distantes de. aquel lugar,
lloraban abundantemente la muerte de sus parientes, para cuya comida se habían fatigado tanto. Les hombres cuidaban tanto de que aquel misterio estuviese oculto á las mujeres, que un joven por haberle revelado á su madre, fue muerto inmediatamente por su mismo padre."


Luego de esporádicos contactos con exploradores españoles que llegaban por el mar, los jesuitas establecieron la Misión San Francisco Javier en 1699. Después vendrían los franciscanos y los dominicos, estos crearon la Misión El Rosario en 1774. Las epidemias de enfermedades que llegaron del Viejo Mundo hicieron que su población disminuyera dramáticamente. En algún momento del siglo XIX o a principios del XX su lengua se extinguió; se pensaba que también su cultura, pero en la década de 1990 algunos descendientes en las comunidades de La Huerta y San Antonio Nécua del municipio de Ensenada pidieron ser reconocidos ante el  Instituto Nacional Indigenista de México.


Fotografías tomadas del Atlas etnográfico del noroeste de México. José Luis Moctezuma Zamarrón, Alejandro Aguilar Zeleny, coords. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, Gobierno del Estado de Sonora, 2013:

Hombres cochimíe, fotografía de estudio, principios de siglo XX

Mujer cochimíe con pintura facial.

Parejas cochimíes.

Mujeres cochimíes con pintura facial y bandera estadounidense.

plus Arte Rupestre Sierra de San Franciso

plusÁrea Cultural California


Fuentes:

Cochimíes, indios del Norte. Etnohistoria y patrimonio cultural del desierto central de Baja California. Siglo XVIII al presente. Ana Paola Morales Cortez.