![]() |
|
Reducciones Jesuitas en el Río Paraná
|
|
Llegaron a la provincia de Misiones (Argentina), desde la región de la Guayrá, territorio comprendido por los ríos Iguazú, Paraná y Tieté y la línea del Tratado de Tordesillas -área oeste del actual estado brasileño de Paraná- que formaba parte de la Gobernación del Río de la Plata y del Paraguay hasta su división en 1617 cuando quedó incluida en la Gobernación del Paraguay.
El 8 de diciembre de 1609, con instrucciones del jesuita Diego de Torres Bollo y el gobernador Hernandarias, salieron a la región los padres José Cataldino y Simón Masseta. En 1610 fundaron la reducción de Nuestra Señora de Loreto, en la confluencia de los ríos Pirapó y Paranapanema, que devino en el centro de las Misiones Jesuíticas del Guayrá, base para la fundación de otras reducciones en la región. En 1612 unos 50 km. al este se crea a reducción de San Ignacio Miní.
El éxito inicial entusiasmó a las autoridades que establecieron nuevas misiones, en las cercanías de los principales ríos de la región (Tibagi, Ivaí y Piquiri). Pero, en 1627 se iniciaron las invasiones de los bandeirantes que capturaban nativos para venderlos como esclavos en las haciendas; para 1631 habían destruido nueve pueblos y capturado 60.000 indígenas.
Los sobrevivientes se concentraron en las dos misiones que permanecían sin atacar (Loreto y San Ignacio Miní). A fines de 1631 se produce el éxodo guayreño, un traslado épico de más de 12.000 guaraníes hasta la provincia de Misiones en Argentina. Tres días después de la salida, las dos misiones fueron destruidas.
Dirigidos por el sacerdote jesuita Antonio Ruiz de Montoya (Perú, 1585 - 1652) debieron recorrer cerca de 1000 km, la penosa travesía -solo llegó un tercio del contingente inicial- finalizó en 1632 con la refundación de las reducciones a orillas del arroyo Yabeviry e incorporadas a las Misiones del Paraná y Uruguay.
Nuevas migraciones concentraron e la actividad misionera a lo largo de las márgenes de los Ríos Paraná y Uruguay, y se consolidaron 30 pueblos organizados con más de 100.000 Guaraníes, con sus yerbatales, algodonales y estancias.
La autoridad máxima era el cabildo compuesto por caciques. Los curas eran los administradores de bienes y atendían lo concerniente a lo espiritual, económico, cultural y social. Les respetaban a los guaraníes su organización familiar, sus fiestas indígenas, etc.
A cada familia indígena se le otorgaba una parcela de tierra para el cultivo que era denominada abá-mbaé o "propiedad del indio", la explotación de la misma era controlada por los misioneros quienes vigilaban que los indios sembrasen y cosechasen sus productos. La casa del cacique era igual a las otras, pero estaba ubicada en un lugar privilegiado.
Los jesuitas establecieron los talleres, donde enseñaron a los guaraníes una serie de oficios: carpintería, fabricación de vajilla, hornos para cocer tierra, fundición de metales, tejeduría de algodón, confección de sombreros, instrumentos musicales.
En uno de los extremos de la plaza, estaba el rollo. Las cárceles eran muy raras en las misiones. Aquél que faltaba a la ley, se lo colgaba del rollo para ser castigado en forma pública. Este monumento presente y a la vista de todos era el símbolo de la justicia y la vergüenza pública. Aquél que había violado de alguna forma alguna de las normas, era atado y azotado en público. Luego debía arrepentirse y pedir perdón.
Dentro de las misiones había un orden comunitario, sin riquezas ni lujos, donde todos trabajaban y consumían por igual.
![]() En todas las reducciones era infaltable en reloj de Sol en la plaza principal, como lo vemos en este mapa de San Ignacio Miní, con la referencia 9. Otros sitios: 1) Viviendas indígenas, 2) Cabildo, 3) Cementerio, 4) Iglesia, 5) Aulas, 6) Comedor, 7) Cocina, 8) Taller y depósito. |
Los guaraníes estaban exentos de prestar servicio personal a los encomenderos y por lo tanto debían pagar tributo a la Corona. Como este pago debía hacerse en metálico y en las reducciones no existía el dinero, había que elaborar el producto que se pudiera vender en el mercado. Es así como nace la industria de la yerba mate y por su calidad, llegó a conocerse no solo en España, sino en Chile, Méjico, Perú y Portugal.
Escribe en 1774 José Sánchez: "Los españoles no quitan los palillos de las ramas, sino que con las hojas los quebrantan y mezclan, por eso su yerba se llama con palos, y no es muy estimada. Los guaraníes, muelen solamente sus hojas. Esta es la yerba Caamiri tan afamada." Un dato curioso: los guaraníes, usaban el agua fría, son los españoles quienes la sirvieron con agua caliente.
![]() De todo el instrumental científico, que causara la admiración de los europeos, solo queda este reloj de Sol. |
Dentro de las misiones reinó una organización comunitaria en orden. Este funcionamiento comenzó a competir con el sistema aristocrático propio de la corona española que decidió expulsar a los jesuitas de todos sus territorios en 1767 cuando el Rey Carlos III de España, firmó el Decreto de expulsión, pero recién se ejecutó en las Misiones en 1768. A partir de allí comienza una decadencia lenta. San Ignacio Miní sobrevivió hasta que fue parcialmente destruido, como otros pueblos, durante las guerras de fronteras por las tropas paraguayas.
San Cosme y Damián
Fundada en 1632 por el Padre Adriano Fornoso, sus habitantes tuvieron que trasladarse cuatro veces, hasta que en el año 1760 se ubica definitivamente al norte del Paraná, donde se encuentra actualmente (cercana a la ciudad de Encarnación, Paraguay).
Fue el principal centro astronómico de América del Sur.
El Padre Buenaventura Suárez inició desde 1.703 trabajos y estudios sobre astronomía. Ayudado por los indígenas construyó telescopios, cuadrantes y un reloj de sol, que aunque rudimentarios eran exactos en su funcionamiento, realizando con ellos trabajos de investigación que fueron dados a conocer en Europa, causando asombro en la universidad de Upsala (Suecia). De aquel centro científico hoy queda un reloj de sol que asombra por su exactitud.
Fuentes:
http://www.proyectoyobra.com/misiones.asp