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Amazonas año 1000
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Al inicio de la era cristiana surgen las evidencias de crecimiento poblacional y profundos movimientos sociales en la cuenca del Amazonas. Las transformaciones culminan alrededor del año 1000 en distintas sociedades asentadas -las más populosas- alrededor de los grandes ríos. Dentro de la densa selva se destacaban grandes aldeas o incluso ciudades y áreas de cultivo cercadas, comunicadas por largos y anchos caminos. En algunas locaciones había centros ceremoniales diseñados por alineamientos de piedra dispuestos en círculos. Se levantaron montículos de tierra ("aterros") para crear espacios de morada y rituales; en la Amazonia boliviana, se construyeron diques y canales hidráulicos. En el Alto Xingú, grandes aldeas circulares eran dispuestas con un refinado urbanismo; en Acre se trazaban grandes geoglifos, tal vez como centros ceremoniales.
![]() Ídolos (Río Trombetas). Actual aldea de la cultura Waujá, en el Alto Xingú, que sigue los patrones tradicionales.
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Desde la Amazonia Central hasta el Océano Atlántico, cerca del cual se localizan importantes centros ceremoniales -como Rego Grande-, el río Amazonas se transforma en una vía fluvial altamente ocupada. Donde recibe al Tapajós, alrededor del año 1000, localizada donde hoy está Santarém, hubo otra ciudad, tal vez la más antigua de Brasil, donde se desarrolló la cultura tapajoara; el cercano sitio de Laguinho, estudiado por Eduardo Neves (Presidente de la Sociedad Brasileña de Arqueología), nos da una idea del modo de vida amazónico en la época.
Al contrario del pensamiento que la Amazonia siempre fue indómita y escasamente poblada, el mayor bosque tropical del planeta estaba en el año 1000 repleta de sociedades indígenas. Algunas eran jerarquizadas, lideradas por jefes supremos, capaces de comandar un ejército de guerreros. Otras eran pequeños grupos nómades de cazadores recolectores. Había una gran diversidad lingüística, ininteligibles entre sí. Ante la escasez de piedra, la materia prima para las construcciones siempre fue la tierra, por eso los sitios arqueológicos con montículos y zanjas son tan comunes en la región.
Los habitantes de la Amazonia fueron autores de un arte sofisticado, hacia el año 1000 florecían tres centros:
Cerca de Santarém, en el área de la desembocadura del río Trombetas en la margen opuesta del Amazonas, próximo a las ciudades de Óbidos y Oriximiná, hay sitios donde se encontraron estatuillas de piedra pulida de hasta 50 centímetros de altura con representaciones de seres humanos y animales sugiriendo algún trance chamánico. Las bellas piezas tienen un elemento intrigante: la fuerte semejanza con las estructuras megalíticas -de hasta 2 metros de altura- de la cultura San Agustín en los Andes colombianos. San Agustín se encuentra a muy alejado de Oriximiná -aunque técnicamente es próximo a las cabeceras del río Caquetá un afluente del Solimões- y no se ha encontrado nada parecido en los puntos intermedios, las semejanzas indican una posibilidad interesante: en los siglos anteriores a la colonización europea, ocurría una intensa circulación de ideas, personas y bienes atravesando fronteras culturales, políticas y étnicas por la América del Sur.
Generalmente el desarrollo de la agricultura se asocia con el inicio de la producción cerámica, sin embargo en el Amazonas, las cerámicas encontradas en el "sambaqui" (montículo producido por la acumulación de caparazones y conchas) de Taperinha (cercano a Santarém) se encontró cerámica con edades que oscilan entre los 5.000 a 4.000 a. C., muy anterior a la adopción de modos de vida basados en la agricultura.
Al no tener herramientas de metal, todo el trabajo agrícola debía realizarse con objetos de piedra, madera y fuego. El tiempo para preparar los terrenos -por ejemplo la tala de árboles- les insumía mucho tiempo, un dato más que explicaría su sedentarismo.
En el área del alto Madeira donde se domesticaron las plantas económicamente importantes como la mandioca y la pupuña -de la cual aprovechaban su fruto de gran valor alimentario, su madera y el cogollo tierno cosechado para extraer palmito-, fue también el área de dispersión de las culturas hablantes de la familia tupí-guaraní, entre ellos los tupinambá que ocupaban el litoral atlántico y los guaraní que se dirigían al sur a la llegada de los europeos.
Muestras aún visibles de las antiguas actividades de los aborígenes amazónicos son las llamadas "Tierras negras indias" ("Terras pretas de índio"), un marcador arqueológico del surgimiento del modo de vida sedentario. Son suelos muy fértiles de color oscuro, sobre el cual generalmente se encuentran millares de fragmentos cerámicos. El fosfato presente, resulta de los huesos de animales allí depositados y de fragmentos de carbón producto de quemas a baja temperatura. Son suelos estables capaces de mantener por mucho tiempo -hasta siglos- condiciones de alta fertilidad, no habitual en una zona en que la evaporación no consigue preservar los nutrientes. Los suelos tropicales son comúnmente ácidos y poco fértiles. Las "Terras Pretas". tienen PH neutro, la estabilidad estaría dada ´por la alta concentración de fragmentos de cerámica. Sus componentes químicos resultan de antiguas actividades humanas, no hay certeza que lo usaran como campos de cultivo intensivo.
Los arqueólogos aceptan la idea de la Amazonia fue densamente ocupada en el pasado, aunque no hay certeza de su cantidad. Algunos autores sostienen que en los márgenes del río, en territorio brasilero -entre Tabatinga, en la triple frontera con Perú y Colombia y Macapá en el Atlántico, hacia el siglo XVI vivían unos 5 millones de personas. Diezmados por la colonización hoy quedan pequeños territorios indígenas en el Alto del Río Negro, Roraima, Acre, Rondônia y el Alto Xingú.
Fuentes:
Extraído del Artículo: Amazônia ano 1000 de Eduardo Neves,
publicado en la edición portuguesa de National Geographic, mayo 2010.