Bernardino de Sahagún

Biografías. Pueblos Originarios de América
Portada Pueblos Originarios Secciones Pueblos Originarios Facebook Pueblos Originarios Twitter Pueblos Originarios
Bernardino de Sahagún

España

1500 - 1590

Fray Bernardino nació en Sahagún, Reino de León, España, entre 1499 y 1500; murió en la Ciudad de México (Nueva España) en 1590. Su apellido era Ribeira y lo trocó por el de su villa natal. Estudió en Salamanca y llegó a la Nueva España en 1529 con el fraile Antonio de Ciudad Rodrigo y 19 hermanos más de la Orden de San Francisco.

Tenía muy buena presencia, según lo afirmaba Fray Juan de Torquemada que cuenta que "lo escondían los religiosos ancianos a la vista de las mujeres".

Los primeros años de su residencia los pasó en Tlalmanalco (1530-1532) y luego fue guardián del convento de Xochimilco y, por lo que se conjetura, también su fundador (1535).

Enseñó latinidad en el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco durante cinco años a partir de su fundación, el 6 de enero de 1536; y en 1539 era lector en el convento anexo a la escuela. Entregado a varios menesteres de su Orden anduvo por el Valle de Puebla y la región de los volcanes (1540-1545). Vuelto a Tlatelolco, permaneció en el convento de 1545 a 1550. Estuvo en Tula en 1550 y 1557. Fue definidor provincial (1552) y visitador de la custodia del Santo Evangelio, en Michoacán (1558). Trasladado al pueblo de Tepepulco en 1558, permaneció allí hasta 1560, pasando en 1561 de nueva cuenta a Tlatelolco. Allí duró hasta 1565, año en que fue a residir al convento Grande de San Francisco de la ciudad de México, donde permaneció hasta 1571, para regresar otra vez a Tlatelolco. En 1573 predicó en Tlalmanalco. Fue de nuevo definidor provincial de 1585 a 1589. Falleció a los 90 o poco más años, en el convento Grande de San Francisco de México.

Con fama de hombre sano, fuerte, gran trabajador, sobrio, prudente y amoroso con los indios, dos notas parecen esenciales en su carácter: la tenacidad, demostrada en 12 lustros de pródigo esfuerzo en favor de sus ideas y de su obra; y el pesimismo, que ensombrece con amargas reflexiones el fondo de su escenario histórico.

Vivió en una época de transición de dos culturas, y pudo percatarse de que la mexica iba a desaparecer absorbida por la europea. Se adentró con singular tesón, comedimiento e inteligencia en las complejidades del mundo indígena. Movíale en ello su celo de evangelizador, pues en posesión de ese conocimiento pretendía combatir mejor la religión pagana autóctona y convertir más fácilmente a los indígenas a la fe de Cristo. A sus trabajos escritos como evangelizador, historiador y lingüista, les dio diversas formas, corrigiéndolos, ampliándolos y redactándolos como libros distintos. Escribió en náhuatl, idioma que poseyó a la perfección, y en castellano, agregándole latín. Desde 1547 empezó a investigar y recopilar datos acerca de la cultura, creencias, artes y costumbres de los antiguos mexicanos. Para llevar a cabo su tarea con éxito, inventó y puso en marcha un método moderno de investigación, a saber:

22 de abril de 1577. Cédula Real prohibiendo su obra y cualquier otra que se escribiera respecto a las creencias indias.

El Rey. Don Martín Enríquez, nuestro Visorrey Gobernador y Capitán General de la Nueva España, y Presidente de la nuestra Audiencia Real de ella. Por algunas cartas que nos han escripto de esas provincias, habemos entendido que Fray Bernardino de Sahagún, de la Orden de San Francisco, ha compuesto una historia Universal de las cosas más señaladas de esa Nueva España, la cual es una computación muy copiosa de todos los ritos, cerimonias e idolatrías que los indios usaban en su infidelidad, repartida en doce libros y en lengua mexicana; y aunque se entiende que el celo del dicho Fr. Bernardino había sido bueno, y con deseo que su trabajo sea de fruto, ha parecido que no conviene que este libro se imprima ni ande de ninguna manera en esas partes, por algunas causas de consideración; y así os mandamos que luego que recibáis esta nuestra Cédula, con mucho cuidado y diligencia procuréis haber estos libros, y sin que de ellos quede original ni traslado alguno, los enviéis a buen recaudo en la primera ocasión a nuestro Consejo de las Indias, para que en él se vean; y estaréis advertido de no consentir que por ninguna manera, persona alguna escriba cosas que toquen a supersticiones y manera de vivir que estos indios tenían, en ninguna lengua, porque así conviene al servicio de Dios nuestro Señor y nuestro.

Fecha en Madrid a veinte y dos de abril de mil quinientos setenta y siete. Yo el Rey.

Por Real mandado de S. M. Antonio de Eraso. Y señalado de los señores Lic. Otalora, Santillán, Espadero, Don Diego de Zúñiga y López de Sarria [Rúbrica]

En 1570, por razones económicas, paralizó su obra, viéndose obligado a redactar un sumario de su Historia, que envió al Consejo de Indias. Este texto está perdido. Otra síntesis se envió al papa Pío V, y se conserva en el Archivo Secreto Vaticano. Se intitula Breve compendio de los soles idolátricos que los indios desta Nueva España usaban en tiempos de su infidelidad.

Por intrigas de los frailes de su misma Orden, el rey Felipe II mandó recoger, en 1577, todas las versiones y copias de la obra de Sahagún, ante el temor de que los indígenas siguiesen apegados a sus creencias si éstas se conservaban en su lengua. Cumpliendo esta orden terminante, Sahagún entregó a su superior, fray Rodrigo de Sequera, una versión en lengua castellana y mexicana. Esta versión la llevó a Europa el padre Sequera en 1580, la que se conoce con el nombre de Manuscrito o Copia de Sequera y se identifica con el Códice Florentino.

Su equipo de estudiantes trilingües (latín, castellano y náhuatl) lo formaron Antonio Valeriano, de Atzcapotzalco; Martín Jacobita, del barrio de Santa Ana o de Tlatelolco; Pedro de San Buenaventura, de Cuautitlán; y Andrés Leonardo.

Sus copistas o pendolistas fueron Diego de Grado, del barrio de San Martín; Mateo Severino, del barrio de Utlac, Xochimilco; y Bonifacio Maximiliano, de Tlatelolco, y quizá otros más, cuyos nombres se han perdido.

Fue Sahagún creador de un método riguroso de investigación científica, si no el primero, puesto que fray Andrés de Olmos se le adelantó en tiempo de sus indagaciones, sí el más científico, por lo que se le considera el padre de la investigación etnohistórica y social americana, anticipándose dos siglos y medio al padre Lafitan, generalmente considerado por su estudio de los iroqueses como el primer gran etnólogo. Logró reunir un extraordinario arsenal de noticias de boca de sus informantes, relativas a la cultura mexica.

Las tres categorías: lo divino, lo humano y lo mundano, de honda tradición medieval dentro de la concepción histórica, están todos en la obra de Sahagún. De ahí que exista una estrecha relación en el modo de concebir y escribir Su Historia con la obra de, por ejemplo, Bartholomeus Anglicus intitulada De propietatibus rerum... en romance (Toledo, 1529), libro muy en boga en su época, lo mismo que con las obras de Plinio el Viejo y Alberto el Magno.

Su Historia, que es una enciclopedia de tipo medieval, modificada por los conocimientos renacentistas y los de la cultura náhuatl, presenta la labor de varias manos y varios estilos, ya que intervino en ella su equipo de estudiantes desde 1558, por lo menos, hasta 1585. En ella se percibe con claridad meridiana su filiación, con tendencia pictográfica, a la llamada Escuela de México-Tenochtitlan, de mediados del siglo XVI, con el estilo "azteca revivido".

Toda esta abundante y magnífica información permanecía en el olvido, hasta que Francisco del Paso y Troncoso -profundo conocedor del náhuatl y gran historiador- publicó los originales conservados en Madrid y en Florencia con el título de Historia general de las cosas de Nueva España. Edición parcial en facsímile de los Códices matritenses (5 vols., Madrid, 1905-1907). El tomo quinto, primero de la serie, trae las 157 láminas de los 12 libros del Códice florentino que se conserva en la Biblioteca Laurentiana de Florencia.

De una copia de la Historia de Sahagún, que se encontraba en el convento de San Francisco de Tolosa, España, proceden las ediciones que hicieron Carlos María de Bustamante (3 vols., 1825-1839), Irineo Paz (4 vols., 1890-1895) y Joaquín Ramírez Cabañas (5 vols., 1938).

La edición más cumplida en castellano es la del padre Ángel María Garibay K., con el título Historia General de las cosas de la Nueva España, escrita por Bernardino de Sahagún y fundada en la documentación en lengua mexicana recogida por los naturales (5 vols., 1956).


Fuentes:

http://www.franciscanos.org