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Guaycura
Hablaban una lengua que algunos lingüistas asociaron a familia Hokana.
Los guaycura mantuvieron contactos esporádicos con los españoles que realizaron expediciones marítimas a la península de California en los siglos XVI y XVII hasta que los jesuitas instalaron misiones en su territorio:
En el año 1734, se unieron a la Rebelión de los Pericúes que interrumpió el control jesuita por dos años. Comenzaron a declinar demográficamente, en el siglo XIX se extinguieron culturalmente.
Johann Jakob Baegert (1717-1772), tercer y último misionero de San Luis Gonzaga, dejó una descripción de su vida cotidiana:
"En la mañana solían dormir hasta que el hambre o su glotonería los obligaba a levantarse, y una vez bien despiertos, reanudaban la tragantona (si es que les quedaba algo del día anterior), así como sus risas, pláticas y chistes. Después de esta oración matinal y con el sol ya bien salido, los hombres agarraban sus arcos y flechas y las mujeres se acomodaban el yugo de la coraza de tortuga sobre la frente. Algunos iban a mano derecha, otros a mano izquierda; por acá seis, por allá cuatro, por acullá ocho o tal vez sólo una pareja, en fin, otros más, solitos. En el camino seguía la plática, las risas y los chistes.
Se miraba a la redonda para cerciorarse si no quedaba a la vista un ratón, lagartija, serpiente, liebre o venado. Aquí se arrancaba una yuca u otra raíz. Allá se cortaba media docena de cabezas de aloe. Luego el grupo descansaba un rato, arrimándose, sentados o acostados, a una sombrita, si acaso la había pero sin dar descanso a la lengua.
Después, se levantaban de nuevo, se jugaba un poco o se entablaba una pequeña lucha para ver quién era el más o la más fuerte y quién podía derribar a su rival. Más tarde se regresaba por el mismo camino o se seguía adelante por algunas horas más.
![]() En el Cerro la Calavera (al noroeste de la Ciudad de La Paz) murió poco antes de la llegada de los españoles una princesa guaycura convirtiendo el lugar en un sitio de adoración. Según la tradición, la princesa guaycura se suicidó clavándose un cuchillo de pedernal en el corazón y lanzándose al vacío antes de caer en manos de un jefe enemigo. Loe españoles encontraron en el lugar restos de las ofrendas que le dedicaban. |
Se hacía alto donde topaban con agua, se tostaba, quemaba, asaba o molía el botín del día. Se comía en medio de interminables pláticas, mientras quedaba algo o cabía algo en el estómago, y esto lo hacen día tras día, mes tras mes, el año entero... Saltan cuando está frío y corren el día entero con el arco y las flechas a través de las colmas y los valles, a través de piedras y arbustos espinosos, en orden de capturar alguna víbora o unos pocos murciélagos...
Permanecen al aire libre; comen, duermen y viven a campo abierto y sobre el suelo pelón. Sin embargo, cuando, en el invierno, el aire sopla fuerte, se hacen una mampara de ramas secas, de forma de media luna y de una altura de dos brazas. Cuando les da la gana de hacer un refugio para un enfermo, a causa del calor o frío, la entrada de ese refugio o jacalito resulta por lo regular tan baja, que hay que meterse a gatas... casi de la misma manera proeceden aquellos indios que viven permanentemente en la misión.
Para obtener el fuego hacen girar un palo redondo con su extremo puntiagudo en un hoyito de otra madera muy seca. Viven en agujeros o grietas de las rocas y eso cuando llueve de veras muy fuerte y si la casualidad se los presenta a la mano, porque tales cuevas no son numerosas, ni las hay en todas partes.
Son tremendos corredores... un muchacho de 14 años de edad, para que fuera... a la misión vecina, situada a una distancia de unas seis horas... había recorrido un camino de 9 horas. Hacen sandalias de dos piezas de piel de venado fijándolos con toscos cordeles alrededor del talón y entre el dedo chico y el grande.
Su alimentación es pobre, pero es muy barata, y los californios se mantienen saludables. Crecen fuertes y viven hasta viejos. Comen yuca, agave, juncos y raíces. Lanzan su carne en el fuego y con indiferencia la comen con el exterior carbonizado y el interior crudo y ensangrentado. Reúnen todo tipo de semillitas que penosamente juntan, hasta las de zacate seco, las cuales son más diminutas que la mostaza; luego ciertas vainas que se dan en zarzas y arbolitos. Tuestan las semblas agitándolas junto con carbón caliente, en carapachos de tortuga o una estera tejida.
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Fuentes:
https://www.diarioelindependiente.mx
Una expedición a la nación guaycura en las Californias
James Arraj (Filósofo estadounidense, 1942 - 2009)