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Viaje al Río de la Plata. Ulrico Schmidl
Capítulo 43. Toma del pueblo Juerich Sabayé. Perdón de Thaberé |
Entonces regresamos a nuestra ciudad, Nostra Singnora de Sunssión, con miras de navegar aguas arriba a buscar el susodicho pueblo Juerich Sabaye (Hieruquizaba) donde vivía el principal de los thabere. Cuando nosotros ya hubimos llegado a nuestra ciudad Nostra Singnora, nos quedamos allí 14 días mientras nos proveíamos para el viaje de toda clase de municiones y víveres. Así, pues, volvió a tomar nuestro capitán gente de refresco de los cristianos y de los indios, porque muchos estaban heridos y enfermos, y en seguida navegó aguas arriba del Paraboe a lo de nuestros enemigos juerich sabaoe con 9 navíos pergentin (bergantines) y 200 canaen (canoas); y había los 400 cristianos nuestros y 1.500 indios de los geberus. Hay 46 millas (leguas) de la ciudad Nostra Singnora de Sunssión a los Jeruich Saboe donde se habían refugiado nuestros enemigos los Karaeba. El mismo día nos salió al encuentro el antedicho principal de los carios, el que nos había entregado el pueblo a traición, y se trajo consigo 1.000 carios para ayudarnos contra los dichos thaberes (tabarés).
Luego que nuestro capitán hubo reunido toda esta gente por tierra y agua, y como a 2 millas (leguas) de distancia de los enemigos juerich sabie, al punto envió nuestro capitán Marthin Doménigo Eyolla (Irala) dos indios de los carios a sus enemigos en el pueblo para anunciarles, que estos cristianos estaban otra vez por allá, y les hizo decir que debían volverse a su tierra, cada cual a su mujer y a sus hijos, y que debían estar sujetos a los cristianos y volverles a servir, como lo habían hecho antes de eso; pero que si ellos no querían a todos los arrojaría de la tierra. A lo que contestó el caudillo carios, el Thaberé (Tabaré), que le anunciasen al capitán de los cristianos que no querían saber nada con los cristianos y que se atreviese no más a venir que ellos nos habían de dar la muerte con huesos; también castigaron a nuestros dos indios malamente con palos y les dijeron que se mandasen mudar presto del real de ellos, porque de no los habían de matar.
Ahora pues estos dos mansseschere (mensajeros) se presentaron a nuestro capitán y le dieron el manssache (mensaje), de cómo les había ido, con esto nuestro capitán Marthin Domenigo Eyolla (Irala) se alzó, y nosotros con él, y marchamos contra nuestro enemigo Thabere y los carios, en seguida nos formamos y repartimos la gente en 4 divisiones.
Así llegamos nosotros a un agua corriente, que en su lengua india se llama Schueschíeu (Xexuy); es tan ancha como el Danubio aquí en este país (Baviera), y como hasta la cintura de un hombre de hondura, o más en algunas partes; pero la tal agua se aumenta mucho en su tiempo, y causa grandes perjuicios en la tierra, así que no se puede viajar por ella.
Y como nosotros teníamos que pasar esta agua, estaba el enemigo con su real del otro lado de ella y por eso nos hicieron gran resistencia y daño al pasar, así que creo yo que esta vez, (el favor de Dios mediante, se entiende) a no ser los arcabuces no hubiese escapado uno de nosotros con vida del lance. Y tanto nos favoreció Dios el Todopoderoso que nosotros pasamos al otro lado del agua, mediante su Divina bendición y pisamos tierra. Cuando los enemigos la tal cosa vieron, al punto huyeron a su pueblo, que estaba a media milla (legua) del agua. Luego que nosotros lo vimos los perseguimos con toda nuestra gente y llegamos al pueblo al mismo tiempo que ellos y le pusimos cerco, así que nadie podía salir ni entrar, nos armamos también después sin perder un momento con nuestros pawessen (paveses) y hachas, tal y como antes se dijo. Así no estuvimos más tiempo acampados delante del dicho pueblo que desde la mañana hasta la noche, en que Dios el Todopoderoso nos favoreció, de suerte que los derrotamos y salimos vencedores; tomamos el pueblo y matamos mucha gente. Pero ya antes de entrar en pelea nos había encargado nuestro capitán que no matásemos ni a mujeres ni a niños, sino que los tomásemos prisioneros, como que así lo cumplimos nosotros y obedecimos su encargo. Los hombres, empero, cuantos pudimos alcanzar, tuvieron todos que morir. También nuestros amigos los geberus se trajeron unas 1.000 cabezas de nuestros enemigos carios.
Ahora, después que todo esto había sucedido, llegaron por aquel tiempo aquellos carios, que habían salvado de allí junto con su principal Thabere (Tabare) y otros de sus principales y pidieron, perdón a nuestro capitán, con tal que les devolviese sus mujeres e hijos, que así volverían a ser los buenos amigos de antes y que nos servirían con toda humildad. Así, pues, nuestro capitán les prometió perdón y entró a favorecerlos; y después de esto se hicieron buenos amigos, hasta que yo salí de la tierra. Año y medio duró esta guerra con los carios, así que durante este tiempo no hubo paz con nosotros y no podíamos estar seguros a causa de ellos. Esta campaña y guerra con los carios acaeció el año 1546
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Fuente:
http://www.cervantesvirtual.com