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Viaje al Río de la Plata. Ulrico Schmidl
Capítulo 42. Los cristianos, con auxilio de los yeperú y batatá, ganan los pueblos de la Frontera y Carayebá |
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Ítem más tenían de aquellos hoyos en que habían clavado 5 ó 6 estacas pequeñas, afiladas como agujas, y plantadas en cada hoyo, de las que ya se dijo algo en el capítulo XXI; ahora este pueblo de ellos era muy fuerte, y en él había mucha chusma, para no decir nada de la gente de pelea. Aunque los asediamos durante 3 días, no les pudimos hacer nada, ni sacarles ventaja alguna hasta que Dios Todopoderoso nos prestó su Divina ayuda contra ellos, con la que pudimos más que ellos. Con apuro fabricamos unas grandes rodelas o paveses con cueros de venado o de annda (anta): esta es una gran bestia, como mula de cuenta, es obscura, los pies como de vaca, pero en todo lo demás se parece a un burro; son buenos para comer, y los hay en gran cantidad en la tierra; el cuero es de medio dedo de grueso. Repartimos nosotros los tales paveses. Paveses como éstos dimos a cada un indio de los geberas (yapirú), y también una buena hacha a cada otro indio; para cada dos indios se dispuso también un arcabucero; paveses como éstos se habían preparado en número de 400.
En seguida volvimos a atacar el pueblo enemigo por tres puntos, entre las 2 y 3 del día; y antes que pasasen 3 horas ya estaban las 3 pallasaitenn (palizadas) del todo destruidas y franqueadas; después de esto llegamos con toda la gente al pueblo y dimos muerte a mucha gente, hombres, mujeres y niños, pero los más de la gente se escaparon de allí, porque huyeron a otro pueblo que estaba a 20 millas (leguas) de este pueblo Froendere (Frontera) y se llamaba Kharaieba. A este pueblo también lo habían fortificado ellos en toda regla y a más una gruesa suma de gente reunida de los carios éstos. Y estaba este pueblo situado muy cerca de la ceja de un espeso bosque, al objeto de que si llegase el caso de que nosotros los cristianos ganásemos también este pueblo, pudiesen los carios contar con el bosque de amparo, como se oirá más tarde.
Ahora después nosotros los cristianos con nuestro capitán Marthin Doménigo Eyolla (Irala) y los antedichos geberus y batatheis alcanzamos a nuestros enemigos los carios, en este pueblo Karaieba a eso de las 5 de la tarde, y emprendimos el sitio para atacar por tres costados del pueblo, dejamos también un pelotón (de soldados) escondidos en el bosque esa noche; a la noche también nos llegó refuerzo de la ciudad Nostra Singnora de Sunssión, 200 cristianos y 500 geberus ybathadeis; porque era el caso que mucha gente de la nuestra, cristianos e indios habían sido heridos delante del susodicho pueblo, así que los tuvimos que hacer volver, por eso nos venía esta gente de refresco, así que éramos nosotros 450 cristianos y 1.300 geberus y bathadeis.
Pero a esto nuestros enemigos habían fortificado y asegurado tan bien este su pueblo Karaiba, tal vez como jamás antes se había hecho, es decir con palasaiten (palizadas) y muchos fosos. Ítem más, habían ellos preparado unas cuevas de maderos en forma de trampas de ratones; si éstas hubiesen salido al colmo de sus deseos, cada una de ellas nos hubiese muerto hasta 20 ó 30; de las tales se habían construido muchas cerca de este su pueblo. Mas Dios el Todopoderoso nada de esto permitió; ¡sea Él alabado y loado eternamente!
Delante de este su pueblo Karayeba estuvimos acampados 4 días, sin poderles sacar ventaja alguna, y al cabo por traición, que nunca falta en el mundo, allá vino un indio de los enemigos carios durante la noche a nuestro real a ver a nuestro capitán Marthin Doménigo Eyolla; era aquél un principal de los carios y a él obedecía el pueblo. Este pidió que no le quemásemos ni destruyésemos su pueblo, que él nos mostraría cómo y de qué manera era de tomarlo; así le prometió nuestro capitán que no permitiría que le hiciesen mal. Después de lo cual este carios nos mostró un camino escusado en el bosque por el que deberíamos nosotros llegar al pueblo, y dijo que él encendería fuego en el dicho pueblo cuando llegase el momento de meternos en él. Como que todo sucedió tal cual se había arreglado y mucha gente pereció a manos de nosotros los cristianos y fue destruida; y los que a la fuga se dieron cayeron en manos de sus enemigos los geberus (yapirú) que destruyeron y mataron a los más; pero a las mujeres y a los niños no los tenían esta vez consigo, sino a 4 millas (leguas) de allí en un bosque muy extenso.
Pero la gente de los carios que logró salvarse de esta escaramuza huyó a lo de otro principal de los indios que se llamaba Thabere (Tabaré) y su pueblo Juberick Sabye (Yeruquihaba), que estaba a 140 millas (leguas) de este pueblo Kharayeba. Allá no pudimos ni perseguirlos ni seguirlos nosotros, porque todo lo que estaba en el camino se había talado y destruido, así que nosotros no pudiésemos hallar qué comer; con todo nos quedamos allí en el pueblo Karayeba 14 días enteros, mientras sanaban los que estaban heridos y descansaban esos días.
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Fuente:
http://www.cervantesvirtual.com