Tihuanacu. La cuna del hombre americano.

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plusTihuanacu. La cuna del hombre americano. Arthur Posnansky (1945)

Presentación

Exordia Rerum (Introducción)

Prólogo

Los pobladores del altiplano interandino en tiempos prehistóricos.

I. (Metalurgia)

II. (Hábitat)

III. (Lengua)

IV. (Períodos culturales)

V. (Primera época)

VI. (Segundo y Tercer período)

VII. (Cataclismo)

VIII. (Últimos períodos)

Los pobladores del altiplano inter-andino en tiempos prehistóricos.
VI.

En el segundo período de Tihuanacu se nota un remonte tan sorprendente entre la cultura primitiva y la de éste, que salta en seguida a la vista, demostrando, al mismo tiempo, que los constructores de las obras de la época primitiva no hubieran podido crear los monumentos del segundo período, si no hubiesen recibido un formidable impulso de la tribu más evolucionada en la América meridional de los Khollas.

Hay que convenir que en esta época el arte y la ciencia han evolucionado, poco a poco, desde el estado relativamente bajo en que se hallaban, a una altura de la cual dan testimonio los monumentos megalíticos que aun se encuentran, si bien en estado de destrozamiento increíble, debido a los araños del barbudo conquistador que presumió hallar oro dentro de los grandes bloques.

Sin embargo, aprovecharon algo del sistema primitivo, como por ejemplo, el de las columnas intercaladas en las paredes, (N. del A.: Kalasasaya en Aymara.) aunque también continuaron con su propio estilo las obras cuyos fundamentos, por decirlo así, fueron erigidos en el primer período.

En el segundo y tercer períodos llegaron las ciencias, las artes, la cerámica y escultura a un grado tal de perfección, que no ha sido superado más tarde por ningún pueblo americano hasta la Conquista. Y justamente en aquella época fue Tihuanacu en la América del Sur el primer centro agrícola, cultural y que contaba con un sagrario, siendo la poderosa metrópoli política, administrativa y religiosa de que extendía su influencia por todo el continente.

Parece que en la época del florecimiento de Tihuanacu, enviaron jefes con Mitimayos (transplantaciones de familias) a todos los puntos del continente, los cuales tenían la obligación de fundar pueblos, en los que reunían en comunidades a las hordas Aruwakes que, sin sujeción y cohesión política, vivían dispersas por aquellos lugares.

Como Tihuanacu era en aquel tiempo el centro político-religioso más importante del continente, allá iban a peregrinar y a rendir tributo una multitud de grupos de razas hasta de las lejanas comarcas.

Entre ellos acudían los que estaban sometidos y otros que eran atraídos por la gran fama y prestigio que gozaba este lugar; fama que se extendía hasta los más lejanos centros. Por eso es que encontramos en las excavaciones esqueletos de una multitud de grupos humanos, cada uno de ellos con su alfarería, sus instrumentos, armas, etc., originales y típicos, distintos de los sui géneris de Tihuanacu.

Que igualmente vinieron a peregrinar al altiplano hasta los habitantes de las florestas del sud, está quizás demostrado por la existencia de una multitud de cráneos, al lado de los cuales se encuentran "Tembetás" de piedra, objeto que usan actualmente, si bien de madera, los salvajes de los bosques. (N. del A.: Idéntica costumbre tenían los aborígenes de Alaska.)

De modo alguno cabe dudar de que los sacerdotes de Tihuanacu tuvieron no solo poder religioso, sino también político; pues en aquella época lejana, posiblemente todos los grandes desacuerdos y las principales cuestiones del continente fueron, seguramente, resueltos en aquella metrópoli por los sacerdotes, los cuales estaban investidos, asimismo, con poderes jurisdiccionales y de árbitros.

Tihuanacu era no solo un centro de cultura y de devoción religiosa, sino también quizás un paraje de culto a los difuntos y un gran cementerio en el cual debió haber sido un honor y una gracia especial el poder ser enterrado.

¿Quién sabe si no trajeron de lejos los cadáveres de sus jefes nobles para darles sepultura en este santuario?. En los períodos posteriores que siguieron a la cultura de Tihuanacu, se encuentran frecuentemente objetos del estilo de aquella época, lo que fue consecuencia de la imitación que de ellos se hacía, ya que siempre los tuvieron en su poder, desde tiempos inmemoriales, por haber sido transmitidos hereditariamente de padres a hijos o excavados en estratos de antigua cultura.

Posible es también que en algunas partes se hayan conservado motivos directores del antiguo estilo y así se haya formado un barroco Tihuanacu ya lejano de este vetusto centro.

Por lo que respecta a las viviendas del segundo y tercer períodos de Tihuanacu, puede también clasificárselas bajo la denominación de "cavernas artificiales" edificadas en el suelo. Pero en la época a que nos referimos, ese sistema de viviendas humanas fue extraordinariamente perfeccionado. La capacidad utilizable dentro de ellas, no era la más de las veces mayor de 1.30 mts. de ancho por 1.40 mts. de largo y fue, seguramente, usada sólo para dormir y preparar las comidas.

Paredes, suelo y techo se construían con losas que estaban maravillosamente engastadas unas con otras, labradas y pulimentadas en las caras correspondientes al lado interior de la construcción. Es tan exacto su ajuste, que no penetra el filo de una navaja por las junturas de una y otra piedra.

A causa de esta buena unión, la humedad exterior no penetraba en lo más mínimo dentro de las habitaciones, y como éstas estaban edificadas en el suelo, una pequeña escalera descendía desde el nivel del suelo hasta el piso interior. Como hogar servía un rincón angular ajustado a la pared, y para escape del humo utilizaban un agujero que se hallaba en el techo, encima del hogar.


Los pobladores del altiplano inter-andino en tiempos prehistóricos.
Los pobladores del altiplano inter-andino en tiempos prehistóricos.V. (Primera época)

Los pobladores del altiplano inter-andino en tiempos prehistóricos.VII. (Cataclismo)