Lapichí, héroe cultural.

Dioses y Personajes Míticos. Pueblos Originarios
Portada Pueblos Originarios Secciones Pueblos Originarios Facebook Pueblos Originarios Twitter Pueblos Originarios

plusCultura Toba (Qom)

plusCosmogonía Toba

Héroe cultural de los tobas, también llamado Dapithí o Dapitchí.
Las Pléyades

Las Pléyades o "Siete Cabritas", son las siete hijas de Lapichí quien desde la región celestial que queda comprendida entre los palacios de sus hijas, observa el devenir de los humanos. Como todas sus hijas son mujeres, protege especialmente a las hembras.

La posición vertical de Las Pléyades en la medianoche anuncian a los tobas que el invierno está finalizando.

En los primeros tiempos recorrió la Tierra junto a Kharta y otros dioses la tierra, impartiendo a los humanos los primeros conocimientos culturales. Se le atribuyen todo tipo de hazañas y enseñanzas -algunas que en otras versiones se asignan a otros dioses-.

Trajo el agua, la lluvia y semillas en una vasija, trazó el curso de los ríos abriendo surcos con un palo, e instruyó a la gente en las técnicas de pesca y cultivo.

Enseño a hombres y mujeres a respetarse y obligó a la monogamia. En el Peletché, Mito de la creación del mundo, aportado por Enrique Palavecino, se le otorga la formación de la tierra, a tomar el agua y dejarla como miel batida que luego quedaría dura, "fuerte, como piso".

Luego subió al cielo, con la misión encomendada por Kharta de señalar a las mujeres-estrellas sus lugares precisos en el Mundo de Arriba.

linkPeletché. Relato recogido por Enrique Palavecino. Mitos de los Indios Toba.

Dapitchí y la creación del río.

Narración Toba. Recopilación oral efectuada por Alfredo Tomasinia.

Ésta es una historia de los antiguos, cuando no había lluvia. Entonces fue Dapitchí1 quien hizo todo eso. Antes los viejos sabían trabajar, sembrar; pero la lluvia no caía de arriba, sino que venía de bajo tierra y cuando llovía salía como neblina. Entonces no llovía fuerte. Esa neblina era como una garúa, pero salía desde bajo tierra. Y entonces no había ni un río, nada. Y a partir de ahí, empezó a trabajar Dapitchí; él estaba con toda la gente, y pensó que debía existir el río, que debía llover. Vino la lluvia, agua de arriba, del cielo, para que cayera aquí y quedara la humedad. Entonces dijo que sí, todos se quedaron porque querían que hubiera un río. Entonces Dapitchí le dio una estaca a Wayagaláchi, para que él tirase de esa lanza, pero era Dapitchí quien la había puesto, por ahí había empezado. Entonces a Wayagaláchi le pusieron una soga en la cintura, debía tirar de ella para que hubiese río. Wayagaláchi venía tirando de la soga. Dapitchí le dijo a Wayagaláchi:

—Usted tiene que ir tomando bien derechito; si no lo hace, por allá va a haber alguna curva, usted tiene que tomar bien derecho, para que el río sea derecho.

Entonces Wayagaláchi le dijo:

—Yo no voy a poder llevarla así derecho.

Empezó a tirar en donde había comenzado. Cuando venía cerca, todavía lo traía derecho, pero por ahí ya empezó a jorobar Wayagaláchi, comenzó a dar vueltas, así lo llevaba. Y a partir de ahí comenzó a haber río, cuando él tiró; y cuando alcanzó quién sabe hasta dónde con esa estaca, ya hubo río, pero era angostito, como un canalcito, donde apenas se veían los pescados. Y seguramente habrá hecho el empalme allá, donde hay un mar que está río abajo. Desde entonces hay río. Y los pescados no podían subir más allá, porque el río era chiquito y no tenía corriente. Entonces empezó a llover, y llovía de arriba. Toda esa agua que caía allá, en el cerro, entraba en ese canalcito que había hecho Wayagaláchi. Cayó todo el agua, y a partir de allí vino la creciente, empezó a cavar, derrumbaba todas las barrancas que había, y ya comenzó a agrandarse el canal, se abrió. Todos los años se abría más cuando llegaba la creciente. Y allá, río abajo, había una cascada, en ella venía el agua, y empezó a cavar y cavar; venían enredaderas de agua empujando para acá, río arriba, así que todos los peces que venían debían saltar para poder salir de ahí. No sé cuántos años habrán pasado: es un cuento de los viejos. Y después el río llegó hasta aquí, pero ya era más ancho, y empezó a subir arriba; ahora no sé dónde estará, para el lado de Bolivia, y dicen que hay una piedra grande atravesada a lo ancho del río. Así que el agua todavía corre así, en una cascada. La piedra no se mueve, siempre está ahí, y cuando los peces llegan a ese lugar, se traban, allí hay una vuelta grande. Así que todos los pescados quedan ahí, y los collas2, cuando llegan los peces, los pillan fácilmente, porque dan vueltas ahí nomás, no pueden subir porque la cascada es muy alta; sólo peces grandes pueden subir; el más pechador, el más vigoroso, es el dorado, y también las bogas. Esos saltan. Así que todos los otros peces quedan ahí nomás; allí los pillan con la mano.

Así era antes, y esa cascada queda allí hasta ahora.

Notas:

a. Juan Alfredo Tomasini. Antropólogo de la Universidad de Buenos Aires, investigador del CONICET en el Museo de La Plata.

1. Dapitchí, Dios del Cielo entre los tobas. Instaurador del orden cósmico, se retiró luego al cielo, donde constituye la constelación de las Pléyades o Siete Cabritas. Este relato fue obtenido en 1970 entre nativos tobas del Chaco Occidental, en una investigación etnográfica efectuada por Alfredo Tomasini dirigida por el Dr. Marcelo Bórmida.

2. Collas: coyas, mestizos bolivianos.


Fuentes:

http://hijodeqom.blogspot.com.ar/2011/08/bandera-qom-lapichi-o-dapichi.html