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Caragabi. El árbol de Jenené.
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Caragabi fue el fundador de la sociedad Embera. Había recibido todo el poder y la sabiduría de Dachizese, el ser primordial y llegó a prevalecer sobre él.
![]() Caragabi. Ilustración de Gabriela Varela |
Creó a los hombres, el sol (Humantahú) y la luna (Gedeco), las estrellas, trajo al mundo humano el maíz y el chontaduro desde los niveles más altos del universo, y en general estableció la composición, el número y comportamiento de todos los elementos de la naturaleza. Dio a cada cosa su nombre, estableció las leyes y el respeto a la vida humana, dando un orden al mundo de los hombres. Le faltaba el agua, que conseguiría al derribar el árbol de jenené:
El árbol de Jenené. Mito sobre el origen del agua.
Caragabi fue el creador del hombre y de todo cuanto existe, menos del agua. Sabiendo la importancia que tenía el agua para su pueblo, le pidió a su padre que le enseñara a conseguir el agua. Su padre le dio una varita que al golpearla contra dos piedras, por la mitad salía un hilito de agua. No obstante su padre le advirtió que no la derrochara pues era escasa y debía alcanzar para todos. Entonces Caragabi le transmitió a los emberá que todos los días fueran a recoger el agua, muy de mañanita, que el estaría allí repartiéndola. Y así fue. Los emberá iban y hacían cola con un recipiente. Y así fue por mucho tiempo. Caragabi no podía darles más de lo que brotaba de las dos piedras.
Así sucedían las cosas hasta que un día vieron aparecer a un indio que nadie había visto antes, trayendo agua y pescado en abundancia. La gente embera estaba sorprendida. Entonces se fueron donde estaba Caragabi y le dijeron:
“Usted es nuestro padre y creador. Usted debe saber de dónde se saca tanta agua”.
![]() Caragabi. Representación recogida por Sergio Carmona: "Percepción y representación gráfica del mundo Embera del noroccidente de Antioquia", Seduca 1988. |
Caragabi ante el alboroto de la gente y temiendo una rebelión les dijo:
“Tengan paciencia, voy a averiguar”.
Caragabi siguió al indio que se dirigía al cerro Kugurú -"Tres Morros", donde lace el río Sinú-. Allí, el indio abrió una puerta en una roca. Antes de que se cerrara Caragabi se convirtió en colibrí y entró. Vio una laguna inmensa donde había peces de todos los colores y tamaños. Cuando el indio sacó una vara para pescar, Caragabi que quería investigar hasta el final, se convirtió en pez y mordió el anzuelo. El indio sacó el pez y lo golpeó hasta que se quedó quieto, luego lo llevó a su casa para ahumarlo. Cuando el pescado sintió el calor comenzó a brincar, ahí el indio se dio cuenta que se trataba de Caragabi que estaba jugando con él y salió corriendo del susto.
Caragabi se convirtió en tigre y lo alcanzó para preguntarle:
"¿De dónde sale tanta agua y tanto pescado?."
El indio dijo que no sabía. Cuatro veces repitió la pregunta obteniendo la misma respuesta, entonces dijo:
“Te voy a preguntar una sola vez: ¿me das el agua y el pescado que necesito para mi gente?”
![]() Paraponera clavata |
El indio respondió otra vez que no. Entonces Caragabi preguntó:
“¿Porqué mezquinas el agua, no te das cuenta que es un bien que hay que compartir?"
El indios se hizo el desentendido, Caragabi - perdiendo la paciencia- intimó:
“Te voy a dar una última oportunidad para que respondas ¿me das el agua?” .
Ante la nueva negativa, Caragabi lo tomó del pecho y le dijo:
“Como eres mezquino te convertirás en jenzerá -hormiga-”
Es por eso que desde entonces las hormigas no pueden tomar agua y tienen que cargarla en gotas sobre el pico. El pueblo emberá quedó contento con el castigo y fueron con Caragabi a la laguna. Cuando llegaron no encontraron nada, todo se había transformado en una selva espesa. En vez de la laguna había un inmenso árbol que llegaba hasta cielo y oscurecía todo: el jenené.
Caragabi se dio cuenta que jenzerá tenía mucho poder y también quería jugar con él, convirtiendo a la laguna en un jenené. Reunió a toda su gente y les preguntó:
“¿Qué podemos hacer para derribar este jenené?”
A lo cual la gente respondió:
“No sabemos, no podemos decidir”
Caragabi convocó a todos, ordenando que cada una trajera un hacha de piedra. Comenzaron a intentar derribar al jenené, pero su tallo era muy duro y las hachas rebotaban. Caragabi mando hacer hachas muy finas, así lograron abrirle un corte, como ya entraba la noche, se decidió suspender el trabajo para reanudarlo al día siguiente. Ciando volvieron la abertura se había cerrado:
“Esto no puede ser” dijo Caragabi, “empecemos de nuevo”. Al otro día cuando volvieron el árbol se había cerrado de nuevo. Y así sucedió durante varios días.
Caragabi llamó a los mejores guerreros y ordenó montar guardia durante la noche. Así se dieron cuenta que bocorró (sapo) le avisaba a jenzerá de lo que estaba haciendo Caragabi y su gente y venía a sanar al jenené. Caragabi furioso lo aplastó con el pié y le dijo:
“De ahora en adelante tu tendrás que cuidar el agua”. Es por eso que el sapo vive a la orilla de los ríos y lagunas y como quedó aplastado ya no puede caminar como antes, sino brincar.
Caragabi escogió a los hombres más fuertes para trabajar día y noche, custodiados por guerreros para que jenzerá no pudiera tapar el corte. Jenzerá logro subir por las ramas de otro árbol y colocar una varilla de piedra en el corazón de jenené para que éste no cayera. Así pudo entrar al corazón del jenené que comenzó a ladearse pero no caía, jenzerá lo había amarrado con un bejuco a otros árboles.
Caragabi llamó a la familia de los micos, que antes eran gente emberá. Encomendó a zsrua -mono cotudo o berreador- que subiera al árbol y mirara que pasaba. El mico subió un trecho y volvió, entonces Caragabi sentenció:
“Ustedes los zsrua serán siempre así, perezosos”.
Después llamó a yerré -mico negro- , este subió pero no pudo llegar a la cima al entretenerse en el camino. Caragabi decretó:
“Ustedes los yerré serán siempre así, juguetones y distraídos”.
Luego le tocó el turno a mizsurrá -mono machín o mico cariblanco -. Pero este subió solo unos metros y se asustó. Caragabi dijo:
“Ustedes los mizsurrá serán siempre así, miedosos”.
Llamó entonces a u’nra -marteja- , pero esta tampoco pudo. En fin muchos animales de la familia de los micos fracasaron en el intento.
Fue la ardilla quien pudo cortar el bejuco, pero el árbol tampoco cayó, pues jenzerá -entretanto- lo había amarrado con otro bejuco más arriba. Caragabi llamó entonces a chidima -mono piel roja-, quien solicitó realizar una prueba antes de cortar el bejuco, consistía en tirar una fruta desde lo alto del árbol y llegar al suelo antes que ella y repetirla cuatro veces. Pasada la prueba con éxito, pidió un gran machete. Ya en lo más alto del árbol, chidima gritó que todos debían refugiarse en lo alto de la montaña. Cuando estuvieron cubiertos, Caragabi dio la orden de cortar el bejuco.
Cuando el árbol comenzó a caer se despejó el cielo y se oyó un gran estruendo. El agua comenzó a brotar por todas las partes del árbol. Las ramas de Jenené cayeron sobre la montaña. Y el tronco y la raíz cayeron lejos. Donde estaban las raíces se formo el mar.
El tronco se convirtió en el río Keradó -Sinú-. Las ramas más gruesas se convirtieron en los ríos Iwagadó -Verde- y Kuranzadó -Esmeralda-, las más delgadas en los ríos Manso y Kiparadó -Cruz Grande-. Jenené tenía unas flores muy grandes y redondas. Todas estaban cargadas de agua. Al caer el árbol se abrieron formando inmensas Evazozoabañia -ciénagas- , como la grande de Lorica, la de Betancí, y otras más pequeñas.
Los emberá quedaron maravillados. Caragabi dijo: “Esto ha sido fruto del esfuerzo de todos los emberá y debe conservarse así para siempre. Yo estaré vigilando para que esto se cumpla. El emberá que no cumpla este mandato será castigado!”. A continuación escogió a los mejores hombres más de su pueblo y los convirtió en zhaberara -guardianes de las lagunas y ciénagas - . Ellos recibieron el encargo de cuidar las ciénagas y ríos y garantizar que estén allí para beneficio de todos. Así fue que llegó el agua a todas partes y se llenaron los ríos, lagunas y ciénagas de peces.
Fuentes:
Movilización cultural del pueblo Emberá Katío del Alto Sinú. Kimy Pernía Domicó, Luis Angel Domicó, Efraín Jaramillo. (Creencias, ritos, usos y costumbres de los indios Catíos de Urabá, parte 1a., cap. II. Bogotá, año 1924.)
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