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Yacurmana
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![]() Yacurmana de Chuquis. |
En La Rioja se encuentra muy difundida. En Chuquis, una cascada proveniente de la ladera del Velazco es consultada por los vecinos a toda hora, ya que sus colores y cambiante espectáculo les indican los más variados vaticinios. En Solca se la describe como una viejecita vestida de blanco que aparece en un estanque entre los cañaverales, al atardecer cambia de personalidad tornándose maléfica para cuidar que no se sequen las vertientes y conserven su cristalinidad.
En Santiago del Estero vive principalmente en el Río Dulce. Se la representa como una mujer rubia de cabello largo y suelto que peina con un espinazo de pescado. Su mitad inferior casi siempre es descripta con forma de pez, es equivalente a la Sirena de la mitología griega.
Se cuenta que en sus grandes tinajas guarda la lluvia, y que anuncia a los hombres buenos la llegada de las crecientes y la formación de bañados.
Para propiciarla, se rodea su aguada con un círculo de piedras, blancas o de colores vistosos. Existen también oraciones y fórmulas mágicas que sólo manejan algunos iniciados en su culto, y con las que se fuerza sus favores.
No todo es bondad en ella, se cree que es peligroso bañarse en las aguas donde ella aparece y que suele atraer a los jovenes hacia zonas profundas, de donde no vuelven.
Es el símbolo de la fuerza femenino, necesaria en la creación del universo y la vida; la manifestación de lo sagrado y lo eterno. El hombre, enajenado por el embrujo de su hermosura se ha de perder en las aguas. Es el dominio de la divinidad sobre los tres mundos: el celestial, el terrenal y el submundo, y la imposibilidad humana de alcanzar el poder divino celestial y eterno.
Carlos Villafuerte en "Voces y Costumbres de Catamarca" (1961), nos cuenta:
La "Madre del agua" es una bellísima mujer alta y de rubia cabellera que se hacía visible en el ignoto de las quebradas y en las inaccesibles cumbres, acompañada de una corzuela (cérvido) en la cual cabalgaba. Todo su cuerpo era transparente, por lo que se creía hecha de nubes.
Un día un cazador persiguió a la corzuela hasta que se detuviera por cansancio y le atravesó el corazón de un flechazo, al sentirse herida se lanzó al abismo estrellándose en las rocas. La "Madre del agua" lloró día y noche incansablemente. Sus ojos se convirtieron en fuentes de donde nacieron los ríos, su hermosa cabellera en torrentes que lavaron la sangre de la infortunada corzuela cuyo cuerpo se transformó lentamente en un cristalino manantial.