Religión Algonquina

Cosmogonía de los Pueblos Originarios
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En su visión del mundo, consideraban tres niveles:

Superior: ocupado por los dioses como el sol y los truenos.

Inferior: hogar de serpientes y monstruos submarinos.

Medio: habitado por hombres, animales y plantas.

Los algoquinos practicaban el animismo: creían que todas las cosas en la naturaleza como los animales, los vegetales, las montañas, los ríos, etc; tenían espíritus que podían hacer el mal así como el bien. Ellos llamaban a estos espíritus "Manitú".

Los Manitú les enseñaron como construir las casas, cultivar el maíz, y el uso del fuego. Cuando estos espíritus se enojaban, traían tormentas terribles o hacían trucos sobre los cazadores para que fallaran con sus presas.

Las prácticas religiosas eran importantes en su vida cotidiana, invocaban la ayuda de los espíritus en la caza, la batalla y los problemas de salud.

El chamán tenía la importante tarea de hacerse amigo de los Manitú. Después de los caciques, los chamanes eran los miembros más respetados de la comunidad, y podían ser hombres o mujeres. Dirigían las ceremonias religiosas y también los ritos de pasaje, donde los jóvenes alcazaban la adultez. Las ceremonias eran celebradas con cantos, tambores y bailes.

Para diagnosticar las enfermedades trabajaban con un sonajero hecho de calabaza e invocaban a su Manitú personal. Usaban plantas medicinales sobre las partes afectadas, la familia del paciente entregaba regalos en pago. Era común la mordedura de serpientes de cascabel, para la cura usaban una planta de tubérculo de hojas estrechas y grandes semillas que crecía en las praderas. Otras plantas eran eficaces para las quemaduras, heridas, dolor de parto y diarrea.

Los doce años era una edad muy especial para un muchacho algoquino. Justo antes de sus duodécimo cumpleaños, el joven era enviado al bosque, luego de ser preparado por el chamán. Tenía que sentarse por días, sin comida, y enfrentarse a la soledad y al terror, esperando a que sus espíritus ayudantes vinieran a él en un sueño. El espíritu venía generalemente en forma de animal y lo acompañaría por el resto de su vida. Si regresaba al pueblo sin tener su sueño espiritual, era reenviado para un nuevo intento. Cada algoquino tenía que tener su sueño espiritual para ser un hombre.

Calumet

Inoca, jefe de guerra en 1701. Ilustración del padre jesuita Louis Nicolas. La leyenda dice: "Capitán de la Nación Illinois, armado con pipa y lanza".

Cuando decayó la cultura del guerrero, la búsqueda de la visión se realizó con el uso del peyote de las tierras al sur de Río Grande.

El Calumet, era muy venerado, tallado en una piedra roja adherida a un tallo; este tubo de tabaco era utilizado para poner fin a las controversias, reforzar alianzas, y garantizar las relaciones pacificas con extraños.

En la "Danza del Calumet", los participantes formaban un círculo alrededor de un escenario pintado, en el centro se colocaba el bailarín principal con el Calumet.

Cantaban, y a continuación con los sonidos de un tambor, hacían un simulacro de batalla entre el Calumet y un guerrero armado. Al final de la danza, el jefe se presenta el Calumet a los huéspedes como un símbolo de paz.

Había numerosas ceremonias sociales y religiosas. Entre ellas los festivales de los clanes y el rito secreto de Midewiwin o la Gran Sociedad de Medicina.

Los festivales de clanes se celebraban dos veces al año: en primavera, cuando se ofrece gracias a los Manitú por la nueva temporada y en el verano después de la maduración de los frutos.

La ceremonia Midewiwin, era una vez al año, en primavera, cuando se reunían hombres y mujeres unidos por votos secretos. Sus integrantes eran aceptados en un rito de iniciación donde tomaban el lugar de los fallecidos durante el año anterior.

La muerte era un momento de dolor y duelo para los parientes cercanos. La viuda cantaba lamentando su pérdida y expresando las dificultades futuras para sus hijos. Se entregaban regalos a los parientes más cercanos, quienes a su vez daban otros en agradecimiento aunque de menor valor. Los Sauk ayunaban, ennegrecián sus rostros con carbón, y se abstenían de usar ropas de color rojo y adornos.

Practicaban dos formas de entierro, uno era el entierro primario, en un pozo profundo colocaban el cuerpo vestido acompañado de objetos funerarios para acompañar al espíritu del difunto al más allá, después lo cubrían con tablas de madera; o bien lo dejaban a la intemperie sobre un andamio o en las ramas de un árbol. Luego se realizaba el entierro secundario, el de los huesos.

Creían en la vida después de la muerte. Para asegurarse que pudiera completar su viaje se realizaba una ceremonia funeraria donde celebraban danzas y organizaban actividades que el difunto había disfrutado en vida: carreras y juegos de azar y pelota.

Midewiwin

Ceremonia Midewiwin