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Kuekuatsheu
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Son interesantes las múltiples versiones del mito Kuekuatsheu, porque el perro de las praderas es una criatura inteligente pero al mismo tiempo representa la figura absurda del embustero, es el carácter paradójico por excelencia. La forma general de estos mitos responde estrechamente al conjunto de mitos sobre personajes embusteros o engañosos, que se desarrollan entre muchos otros pueblos nativos americanos como puedan ser la tribu de los Cree, la de los Ojibway, los Assiniboine, los Winnebago, o la tribu de los Tlingit. La figura del embustero, presenta a un personaje que es al mismo tiempo el creador y el destructor, el que da y el que quita, el que engaña a otros y el que siempre es engañado. Este ser, a lo largo de su vida, se siente impulsado a actuar, bajo estímulos que no controla, y, por lo tanto, no actúa deliberada y conscientemente. Este ser no es enteramente responsable de sus actos. No distingue el bien del mal, a pesar de que él es autor de ambas cosas. Además, no posee ningún tipo de valores morales o sociales y está a merced de sus pasiones y apetitos, que le obligan a actuar. Esta leyenda intenta comprender la complejidad de la naturaleza, que crea y destruye, que da y que quita, a través de un ser paradójico y contradictorio que refleja el carácter ambivalente de ciertos elementos del Universo. De este modo, este mito, igual que muchos otros buscan el sentido a lo inexplicable, busca la comprensión del Mundo.
Cierta versión de un mito sobre Kuekuatsheu, el perro de las praderas o carcayú, refleja la relación con la tierra de los "Mishtapeuat". Según esta interpretación, la historia de la formación del mundo inuit comienza con este perro de las praderas, que provino de otro mundo. Hace mucho tiempo, Kuekuatsheu construyó un barco grande, y puso toda la variedad de especies animales en este barco. Cayó una gran trompa de agua, unas fuertes lluvias, que dejaron a la Tierra inundada; hasta este punto guarda bastante parecido con el pasaje bíblico del Arca de Noé. Kuekuatsheu dijo al visón que se zambullese en el agua para recuperar algún resto de fango y rocas, para poder mezclarlas y construir una isla. Así lo hizo, y con la tierra y el barro que encontró, levantó una isla, vacía hasta que Kuekuatsheu la pobló. Kuekuatsheu encontró por casualidad un puente de tierra a esta isla, ayudado por un Mishtapeu. Según la mitología inuit, esta isla es el mundo actualmente habitado por el pueblo inuit y otros grupos étnicos y los animales. Así, nuestro mundo, que es una isla, está separada del Tshishtashkamuku por un mar inmenso. Sólo un pequeño puente de tierra, ubicado en el extremo sudoeste de la isla, une este mundo con el Tshishtashkamuku, la tierra de los Mishtapeu. La gente que intenta cruzar ese mar para llegar hasta el Tshishtashkamuku, utilizando el barco, corre el riesgo de ahogamiento en "kupitan", una cascada o un remolino gigantesco.
Fuentes:
http://www.cervantesvirtual.com