El origen de la niebla

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Cuando la tierra era joven, los tuniqs y los inuits vivían en la Tierra, pero eran enemigos. Un día, un cazador fue a pescar para calmar el hambre de su familia; pero no consiguió nada en todo el día. El cazador miró en todas direcciones, pero no vio ninguna presa.

Finalmente, vio a un hombre en la lejanía, y a medida que se acercaba a él, la figura se volvía más grande; se trataba de un Tuniq. Viendo al gigante, el cazador comprendió que su vida estaba en peligro, y para evitar una muerte segura, el cazador se tumbó en el suelo y se hizo el muerto.

El gigante alcanzó pronto al cazador y miró hacia el esquimal endeble, levantándolo para ver si respiraba; pero el cazador sostuvo su aliento. "Está muerto", pensó el gigante y agarró al cazador llevándolo hasta su casa. El hombre seguía fingiendo estar muerto.

A lo largo del camino, a medida que el gigante andaba de vuelta a casa, el inteligente cazador iba sujetando y agarrando árboles y arbustos, de manera que, sin darse cuenta, el gigante estaba arrastrando una gran cantidad de peso y, cuando llegó a su casa, estaba exhausto.

El gigante dejó al cazador, al que creía muerto, en un rincón de la mesa, para comérselo más tarde; y como se sentía tan agotado, tuvo que tumbarse a descansar.

Finalmente el gigante se quedó dormido y el cazador cogió el hacha del gigante y se liberó. Empezó a huir, siguiendo sus propios pasos hacia atrás. Pero la esposa del gigante, que estaba juntando madera para cocinar al cazador, lo vio intentando escapar y comenzó a perseguirlo.

La esposa rápidamente iba a alcanzar al cazador, entonces éste hizo un corte profundo en la Tierra y un río brotó con fuerza delante de él. La esposa del gigante, se detuvo al ver aquel río ante ella y entonces miró al inuit y le preguntó: "¿Cómo pudiste atravesar este río?".

El inteligente cazador respondió: "Me bebí el agua".

Afanosa, la mujer del gigante comenzó a beber y beber más agua. Cuanto más bebía, más se hinchaba y más crecía, pero ella seguía bebiendo agua, porque el río no se agotaba. Bebió y bebió hasta que explotó con todo el agua dentro. Con el viento las gotitas de agua fueron esparcidas por el aire y así es cómo se formó la niebla. El inuit esperó a que se disipase aquella niebla recién originada y finalmente pudo escapar del lugar y regresar con su familia sano y salvo.


Fuentes:

http://www.cervantesvirtual.com