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Serpiente de la Jícara
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Este ofidio poseía una piel negrísima y brillante. En medio del lomo tenía una jícara -hecha de su propia piel- de colores tan hermosos y diseño tan delicado que cualquiera la creería salida de las manos de un artista. Esta protuberancia tenía la función de servir de señuelo para que la Jicalcoate pudiese hacerse de víctimas.
Cuando deseaba atrapar a alguien se ubicaba cerca de la orilla, sumergiendo su cuerpo, pero dejando fuera la jícara. Cualquiera que pasaba quedaba maravillado con ésta y, de inmediato, se acercaba para tomarla. En ese momento, la serpiente de la jícara se alejaba un poco, el curioso se introducía al agua para alcanzar el recipiente, la serpiente volvía a alejarse y así sucesivamente hasta que la persona se encuentra con medio cuerpo dentro del agua, en ese momento el agua comenzaba a turbarse produciendo grandes olas y ahogando a quien iba a tomar la jícara, de quién nunca se sabía más.