Tonati. Guerra del Nayar.

Biografías. Pueblos Originarios de América
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Cora

?- 1725

Rey de Xécora. Tataranieto de su fundador el rey Na’ayarij. Era de complexión mediana, pero de fortaleza y actitud algo semejantes a las de su ancestro. Parecía el legendario soberano haber revivido, aunque en menor estatura.

Tlahuitole era su consejero y lugarteniente. Juntos lucharon por mantener la independencia del Reino.

Al iniciar el siglo XVIII, El Nayar era la única región del noroeste, y quizá de toda la Nueva España, que permanecía fuera de todo control, tanto religioso como político y militar; las tentativas de penetración de tropas y misioneros había fracasado. Felipe V dispuso en Cédula Real del 31 de julio de 1709 que se hicieran nuevos intentos.

Gobernantes del Reino de Xécora
Na’ayarij (bautizado en 1531 como Francisco Nayarit)
Huaynoli (hijo, bautizado como Pedro Huaynoli)
Yocuari (nieto, bautizado como Alfonso Yocuari)
Urysty (bisnieto, bautizado como Luis Urysty)
Tonati (tataranieto)
Los restos mortuorios eran momificados y llevados a un adoratorio en la cueva sagrada de Tuakamuta.

En el año de 1720, los coras tuvieron pobres cosechas, tras padecer hambruna asolan los poblados de Acaponeta, Sentispac y Aztatlán. Rechazados por sus pobladores ya no pueden bajar para aprovisionarse de la sal y pescado seco aumentando su desesperación.

El virrey Baltazar de Zuñiga y Guzmán, recibe el mes de febrero de ese año instrucciones de España para proceder al sometimiento definitivo de los del Nayar. En un primer paso acuerda con Tonati que a cambio de la evangelización "los coras habían de tener paso libre para Acaponeta y Mexcaltitán a cargar sal para su provincia, sin pagar alcabala, ni otra pensión por lo que comerciasen".

Sin embargo, otros jefes reprocharon duramente a Tonati haber admitido soldados y misioneros, "los nayaritas no querían sujetarse ni admitir otra religión". Después de largas discusiones los caciques se decidieron por la guerra, contra la opinión del Tonati. Fue así que Tlahuitole se dio a la tarea de reclutar y preparar las tropas.

Tendieron una emboscada a los españoles que, luego de un duro combate, tuvieron que retirarse a San Juan Peyotán. Unos 3 000 nayaritas se reconcentraron en la Mesa del Tonati, fortaleza natural y templo mayor de sus dioses; los españoles resolvieron esperar a organizarse mejor.

Montículos en la Mesa del Tonati.
Último refugio de los coras libres.
Fotografía de Johannes Neurath, 2002.

El capitán Juan Flores de San Pedro, nombrado gobernador de la provincia de San José de Nayarit o Nuevo Reino de Toledo), dirige la expedición militar. El 16 de enero de 1722 consigue finalmente derrotar a los coras en la Batalla de la Mesa del Nayar cuando una de las columnas subió por una angosta vereda y sorprendió a los nayaritas, quienes después de una lucha muy reñida se dieron a la fuga. Así fueron finalmente sometidos, pese a la heroica resistencia del jefe de las tropas Tlahuitole, que es ejecutado. Esto escribió el padre José de Ortega de la Compañía de Jesús:

“Se arrojó con rara agilidad por las breñas y precipicios como una fiera y empuñando un gran alfanje –espada curva- se acercó tanto que admiró a los nuestros; y aun confiesan todos que si hubieran mostrado iguales bríos ocho o diez indios que  le seguían, no sólo le disputaran, sino aun le imposibilitaran el paso y la victoria... El capitán Cristóbal de Torres, advirtiendo el peligro, desde que vio precipitarse el Tlahuitole le apuntó tan certero que atravesándole con la flecha el brazo que manejaba el alfanje, le dobló y echó a tierra. Antes de que pudiera levantarse, apuntándoles otros dos de los nuestros acabaron con las balas de quitarle la vida”.

Tlahuitole es incinerado, el rey Tonati es llevado preso a Guadalajara y morirá en prisión en 1725. Los 2.588 coras son agrupados en 9 pueblos, vigilados por 8 presidios y se convierten rápidamente. Para asegurar la paz se construyeron fuertes en la sierra y se fundaron los pueblos de Jesús María, Santa Gertrudis, la Santísima Trinidad, San Francisco, Dolores, Santa Teresa y Santa Rosa.

La región quedó pacificada, los restos del rey Na’ayarij que eran venerados en la cueva sagrada de Tuakamuta fueron enviados a México donde serían incinerados.