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Sagipa
![]() Muisca † 1538 |
Tisquesusa fue asesinado por los conquistadores en 1537 y Sagipa fue coronado zipa por sus tropas en algún lugar clandestino. Tal dignidad correspondía al sobrino hijo de hermana y cacique del pueblo de Chía, así los sucesores legítimos debían ser Cuxinimpaba (Quixinampaba) o Cucinimegua, pero las tropas querían vengar la muerte de Tisquesusa quien se refería a Sagipa como hermano, lo que unido a su prestigio como militar en la defensa de las fronteras contra los Panches y en las campañas de los zipas anteriores contra los zaques, posibilitó su proclamación.
De inmediato inició hostilidades contra los españoles, quienes no podían alejarse de sus armas en ningún momento. La insistente agresión los obligó a retirarse a Bosa, cuyo terreno, menos pantanoso, no presentaba tantas dificultades para la movilización de los caballos, como sucedía en Bogotá.
Sagipa decidió entonces entablar negociaciones con los españoles, para lo cual se dirigió a Bosa cargado de regalos, siguiendo en esto las costumbres de los líderes muiscas. En tanto se recibió la noticia del ataque del pueblo caribe Panche a Zipacón, destruyendo las huertas de producción de alimentos y secuestrando algunas mujeres.
El zipa y Jiménez de Quesada llegaron a un acuerdo, los Panches también perjudicaban los intereses españoles, así en una operación conjunta vencieron a los Panches (Batalla de Tocarema, 20 de agosto de 1538) y los sometieron al rey español.
A todo esto los que entendían les correspondía la sucesión legítima de Tisquesusa, se quejaron de la ilegitimidad del cargo de Sagipa ante Herman Pérez de Quesada, quien influyó ante su hermano para que lo apresara, asegurando que había robado el tesoro de Tisquesusa.
Sagipa fue detenido y vigilado permanentemente por un cuerpo de ballesteros. En principio se le dio buen trato y los indígenas subalternos iban hasta la prisión a llevarle obsequios, lo que a los ojos de los españoles era tributo, pero que en realidad eran aportes de ayuda para tan lastimosa situación.
Ante las exigencias del oro, Sagipa no tuvo más remedio que dilatar la situación argumentando que el tesoro de Tisquesusa había sido repartido y que juntarlo nuevamente tomaría 40 días, al cabo de los cuales él podía entregar la pieza del retrete totalmente llena de oro hasta la mitad de su altura.
Ante semejante promesa los españoles decidieron esperar; al recinto del sanitario llegaban diariamente nativos con láminas de oro envueltas en mantas, para descargarlas en el piso de la habitación; lo que no percibían era que cada uno a la vez recogía alguna pieza y la colocaba dentro de su mochila para volvérsela a llevar. En la promesa de Sagipa, según cuentan los cronistas, estaba estipulado que los españoles sólo verían el tesoro al final, cuando se hubiera acumulado todo; con tal argumento se fomentaba la codicia de los españoles, para quienes bien valía la pena aguardar.
Al cumplirse el plazo y ver la pieza vacía, Jiménez lo requirió furioso y el zipa dijo que los únicos responsables del engaño serían sus uzaques rivales Quixinampaba y Cucinimegua aliados para perderlo a él por no haberles dejado el cargo. Este informe les costó la vida a los dos uzaques.
Zipas de Bacatá |
Antecesor |
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Últimamente, el zipa manifestó que como estaba prisionero los indios no le obedecían y por esto no traían las joyas del tesoro; entonces fue puesto fuera de la prisión pero muy vigilado. Entró en un perpetuo mutismo que llevó a los españoles a darle tormento hasta que murió, en 1538, antes de la fundación de Bogotá.
En 1537 a la llegada de los españoles, el territorio estaba dividido en dos grandes unidades políticas: el zipazgo y el zacazgo, que tenían bajo su control a varios señoríos de importancia, como Guatavita, sujeto al zipa y Turmequé al zaque. Había algunos territorios independientes como los de Velez y Duitama; y centro religiosos como Iraca que poseía una posición de gran autonomía.
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